Karla Villegas
Las circunstancias en que se ponga el producto de la reproducción
de una obra de arte, quizás dejen intacta la consistencia de
ésta, pero en cualquier caso
deprecian su aquí y ahora. 1
Esta cita de Walter Benjamín nos aproxima a la comprensión
de uno de los movimientos que se generaron en Alemania a finales del
siglo XIX y principios del XX. La modernidad y su inquietante idea de
progreso dirigían hacia sí nuevas concepciones artísticas,
algunos artistas y arquitectos, sobre todo alemanes, ponían la
primera piedra del arte nuevo en la idea de funcionalidad tratando de
empatar sus creaciones con el espíritu de la época.
El caso de la Deutsche Werkbund, es uno de los ejemplos más puntuales
de la fallida ilusión de un arte mecanizado, en el sentido de
estar sujeto a la idea de funcionalidad. Es cierto que el texto de Benjamín
no fue publicado sino hasta 1930, él ya había dilucidado
problemas emergentes en el arte a partir de emparentarse con la era
de la reproductibilidad. Pero en el caso de estos movimientos, como
Werkbund, Jugendstill y Arts and Crafts, que iban
de la mano con las vanguardias, sólo les interesaba por un lado
adherirse a la idea de progreso respaldados en la funcionalidad de la
obra artística y por otro, como el Arts and Crafts, hacer
asociaciones de artesanos y artistas que no comulgaban con la idea de
progreso.
La Deutsche Werkbund era un movimiento reformista, de los más
acordes con el desarrollo industrial, entre los inicios del nuevo siglo
y la primera guerra mundial. En el marco del desarrollo económico
y técnico de la época, el arquitecto Fr. Schummacher resaltó
la distancia enajenante entre el espíritu descubridor y el
ejecutor, entre el artista y el realizador 2 , la Werkbund giraba
en torno a temas recurrentes como las relaciones entre la artesanía
y la estética de la máquina, los procesos de racionalización
del diseño, la tipificación de los modelos y la estandarización
de los productos, una de sus premisas era descubrir los modos para lograr
un estilo alemán, diferenciado de los demás. A pesar de
las proclamas que se habían generado en un inicio sobre, digamos,
los "productos Werkbund", estos parecían, según
la crítica de la época, no distarse mucho de lo que se
hacía en los talleres de Dresde y Munich. Según Marchán
Fiz, sólo existen pocas excepciones como los interiores de la
casa de Henry Van de Velde, Casa Esche y de la Casa Hohenhof, o el muestrario
de lámparas eléctricas, ventiladores, instrumental odontológico,
relojes, juegos de té y café. Sin embargo, según
algunos historiadores, en la exposición que tuvo lugar en Colonia
en 1914, había de todo menos un estilo Werkbund, esto fue el
motivo por el cual la crítica se encontraba escéptica
y desilusionada, ya que en vez de lograr el objetivo primero se volvía
a lo ecléctico; en el sentido de Benjamín, no se había
podido construir un lenguaje entre el movimiento Werkbund y lo que propugnaba
a partir de la era de la máquina. La aplicación de ésta
en la noción artística de Werkbund fue insustentable,
es decir, aquella concepción de lo moderno plasmada en productos
artísticos no pudo defenderse desde la idea de funcionalidad.
En su gestación y desde su fundación, la Werkbund asume
y se despliega en estas coordenadas, por un lado aspira a vincularse
a través de la producción con el espíritu homogeneizado
de la época técnica y por otro presupone el consumo masivo
que fomenta la metrópoli.
Desde estas figuras de la modernidad vinculada al progreso, la Sachlichkeit
(cosidad) remite a la producción en serie y al consumo masivo;
por otro lado se tiñe de ciertas coloraciones emancipatorias
de la burguesía liberal más emprendedora, pues no en vano,
en oposición al carnaval neohistoricista y ornamental, ésta
asocia el triunfo de la objetividad, la sencillez y la pureza con su
consolidación sobre las viejas clases aristócratas y,
a su vez, la convierte en la antítesis de la autonomía
elitista del arte que había culminado en el Jugendstil de Viena
o Darmstadt. En este sentido la estética de lo sachlich en el
Werkbund remite tanto al problema de la forma cuanto a una concepción
del mundo. 3
Esto parece muy importante, no porque particularmente se piense que
fracasó tal movimiento por la aplicación de lo funcional,
sino porque era entrar en la modernidad a partir de su característica
última. Si hacemos una lectura desde Benjamín, seguro
está ahí la prueba de lo insustentable que era pensar
que el nuevo arte propuesto por la Werkbund, a según el que se
erige a partir de la idea de progreso, iba a triunfar (en el sentido
de hacer de su noción artística un universal testimonio
de la modernidad, aunque en otro sentido si lo fue).
En el texto de Benjamín, cuando nos habla de la pérdida
del aura en el arte y su alusión al cine, nos abre la posibilidad
de entender que no hay negatividad al afirmar la pérdida del
aura en el arte en la era de la reproductibilidad técnica, sino
la posibilidad de construir un lenguaje a partir de los medios que lo
reproducen, como ejemplo fundamental, el cine.
El cine indica la situación de manera incomparablemente más
precisa, y esto es lo que constituye su mayor susceptibilidad de análisis
frente a la pintura; respecto de la escena, dicha capacidad está
condicionada porque en el cine hay también más elementos
susceptibles de ser aislados. Tal circunstancia tiende a favorecer -y
de ahí su capital importancia- la interpenetración recíproca
de ciencia y arte. 4
La idea de los diseñadores y arquitectos de pretender legitimar
estéticamente sus productos a partir de lo funcional, los alejaba
esencialmente de esta tesis; por un lado no creaban un lenguaje y tal
vez ni siquiera se lo planteaban, no había una máquina
productora de sus productos que estableciera una reconfiguración
del discurso artístico desde ella sino que sólo los maquinaba;
por otro lado, los productos sólo eran productos como los de
siempre pero la diferencia radicaba en el eclecticismo de estos, es
decir, tenían rastros comunes de la era moderna, pero a manera
de estampa.
No es que esto anule la intención de los artistas por estar a
la mano con el espíritu de la época, sólo es rastrear
las causas de los intentos fallidos de crear una estética "mecanizada".
No es el caso, por ejemplo, de la Bauhaus, movimiento alemán
fundador de una estética en donde a partir de la unión
de la ciencia, arte y tecnología, lograrían definir un
verdadero estilo alemán en comunión con la racionalidad
industrializada de los años veinte del siglo pasado.
Purismo y Fernand Legér
Una de las corrientes artísticas que también comenzaron
con el siglo fue el Purismo. En una publicación llamada Aprés
le cubisme, los artistas Jeanneret y Ozenfant anunciaban el divorcio
del artista moderno cubista y el mundo moderno, ellos ligaban el espíritu
moderno, a la nueva sociedad maquinista y a sus productos, al mismo
tiempo declaraban un optimismo idealista respecto a las realidades concretas
del nuevo mundo artificial. Esto separaba al purismo de las vanguardias
más críticas como el dadaísmo y surrealismo. Este
espíritu moderno influye a varios artistas europeos, uno de los
más destacados Fernand Legér. El Purismo se cerraba totalmente
a los movimientos artísticos de vanguardia que acontecían
paralelamente, sin embargo para ellos Legér era uno de los artistas
más respetados; ya que poseía concepciones objetivas sobre
las realidades industriales y urbanas. La pintura de este artista dejaba
traslucir un culto a la belleza y un idealismo objetivo por la edad
de la máquina. Entre sus obras vemos, por ejemplo, Tres mujeres
le grand dejeuner, en donde a partir de un repertorio de
problemas pictóricos, el tratamiento de los muebles y otros objetos
de uso cotidiano asemejan muy bien el sentido purista; en otras obras,
sin embargo, encontramos el espíritu de la máquina. Series
como la Ciudad o el Tipógrafo, o el Mecánico,
en donde a una figura inventada le confiere la identidad del oficio
del pintor mediante una sublimación de la máquina que
se refleja en el orden y la precisión.
La confluencia de Legér y los Puristas se produce a lo largo
de 1923 y 1924. En una conferencia que pronunció Legér
sobre la Estética de la Máquina en 1923, abogaba por el
valor artístico de las cosas ordinarias diseñadas y ejecutadas
por artesanos. En el Ballet Mecánico, un filme realizado
en colaboración con el cineasta Dudley Murphy y Man Ray, supuso
una exaltación de la belleza creada por los artesanos, aunque
por otro lado descubrió las posibilidades plásticas de
este medio, que por poco lo hace abandonar la pintura. En el cine obtiene
la posibilidad de crear imágenes abstractas a partir de la metamorfosis
de aquellos objetos cotidianos que eran susceptibles de movimiento,
fragmentación y multiplicación.
Sin embargo Legér al igual que Benjamín, ve algo potencialmente
en el cine y decide que no puede competir con este medio a partir de
sus propios recursos; se vuelca entonces a la representación
estática más simple y precisa de aquellos objetos cotidianos
y de los elementos mecánicos. En palabras de Simón Marchán
Fiz, Legér no pretende copiar una máquina sino más
bien crear con elementos mecánicos un objeto bello en concordancia
pero al mismo tiempo en una tensión plástica pura con
el objeto manufacturado que está ahí, absoluto, poli cromático,
claro y preciso, hermoso en si mismo. Legér evita la imitación
mecánica de este mundo técnico en beneficio de la invención
y de una analogía profunda y secreta con él mismo, entre
una homología entre pintura y maquinismo. 5
Elementos metálicos, 1924
Óleo sobre lienzo, 146 x 97 cm. Esta obra está inspirada
en las piezas de un motor, es un engranaje de bielas y pistones, que
surge de un fondo intensamente rojo. Esto da mucha fuerza por la apariencia
metálica de las superficies y el volumen, por otro lado los tonos
van muy de la mano del estilo purista. A pesar de que precisamente después
de la publicación de la revista Omnia, en donde ponían
de manifiesto el Art Nouveau, las ruedas y engranajes se habían
convertido en un lugar común; sin embargo la influencia de Legér
estaba más vinculada con el cine, por ejemplo la cinta de Abel
Gance, llamada La Rueda, en la cual realizó el cartel.
Por otra parte también el filme L´inhumaine de Marcel
L´Herbier es de suma importancia en el trabajo de este pintor.
A pesar de que decide alejarse un poco del Purismo, y dejar sus experimentos
en el cine, adopta ciertos recursos cinematográficos, como la
secuencialidad, para aislar objetos y obtener equivalencias objetivas,
que sobre todo se alejaran de cualquier simbolismo de corte surrealista.
A partir de Benjamín, esta obra esencialmente es un acierto de
los intentos de una estética "mecanizada", de principios
de siglo XX.
La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen
puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su
testificación histórica. 6
Por un lado es cierto que esta es una sola obra, digamos el original,
y que como cualquier representación artística que sea
considerada por la historia del arte es susceptible de reproducción,
no porque la reproducción esté dada en la historia del
arte sino porque es una de las técnicas que hizo suya la historia
para poder hablar del arte. A pesar de que cualquier obra esté
sujeta a su probable pérdida del aura debido a la reproductibilidad,
esta obra es una legítima prueba de que no se pierde. Volviendo
a la segunda cita de Benjamín, esta obra está creada desde
un lenguaje que no pertenece exactamente a las artes plásticas,
está creada a partir del medio cinematográfico. Son muchos
puntos los que legitiman a esta pieza. Por un lado la adopción
conciente de técnicas de reproducción de imagen, por otro
el compromiso del artista con el espíritu de la época,
y por otro la visión hacia la interdisciplina. No era dejarse
llevar por los lugares comunes de la era moderna, era entrarle a la
era a partir de sus sistemas de producción y hacerlo de suyo.
Probablemente seguirá siendo un óleo y tal vez no tenga
una diferencia para la historia del arte, porque bien podría
convivir con cualquier pintura de siglos pasados. Lo más importante
es que en estos tiempos retomando a Benjamín y conviviendo con
nuevas prácticas artísticas, como el arte digital, si
se puede hacer una lectura de un discurso que todavía está
latente y que proviene de la vinculación del arte y la tecnología.
Pero no de la vinculación en el sentido superficial sino de ese
discurso que se reconfigura y se disloca, para construir un nuevo lenguaje,
que además se tiene que construir, porque es evidente el impacto
de medios que están llegando a todos los ámbitos de la
sociedad. Primero fue el cine, y Benjamín vio perfectamente cuales
eran las posibilidades de este medio y predijo una reformulación
del arte, además de que esto no venía solo. Desde principios
de siglo muchos de los artistas de las vanguardias más críticas
ya hablaban sobre la muerte del arte, y Benjamín habla de la
perdida del aura, pero indica no en un sentido negativo cuales son las
posibilidades del arte, el arte realmente tiene que empatarse con el
espíritu de la época, no a partir de sus características
últimas y no a partir de replicar o imitar a los medios, sino
no como dice Benjamín de crear un lenguaje con ellos.
1 Benjamín, Walter. Discursos Interrumpidos.
El arte en la era de la reproductibilidad técnica. Pág.4bajandodelurl
http://www.udp.cl/docencia/postgrado/diplomado/esteticaypensamiento/docs/03/obradearte.pdf
2 Simón Marchán Fiz Fin de siglos y los
primeros ismos del XX pág. 239 Enciclopedia de Arte Moderno Summa
Artis
3 Simón Marchán Fiz Fin de siglos y los
primeros ismos del XX pag. 240 Enciclopedia de Arte Moderno Summa Artis
4 ibid, primera cita. Pág. 18
5 idem, pág. 273
6 ibid. Primera cita, pág. 4