Ricardo Cortés

 

La música siempre ha estado ligada a las ciencias y a la tecnología, de hecho no podrían existir instrumentos musicales sin un cierto grado de desarrollo tecnológico, aunque sea incipiente.
No podemos imaginar la histroria de la música occidental sin el gran sistema perfecto (establecido por Pitágoras) o sin la armonía de las esferas, según la cual la armonía de los sonidos es un reflejo de la belleza del funcionamiento de la maquinaria celeste.
Todas las escalas y formas de afinación en el mundo se sujetan a la serie de armónicos; un sonido afinado contiene una frecuencia fundamental y una serie de frecuencias más agudas, multiplos de la fundamental, estas frecuencias conforman la serie de armónicos. La geometría explica en abstracto las formas, la música es una abstración del orden complejo que rige al universo.
El ser humano contempla la naturaleza con fascinación, el arte en sí es la mímesis de la naturaleza, y a través de las ciencias trata de explicarse a sí mismo cómo es que funciona el universo. "El espíritu humano siente repugnancia a aceptarse de las manos del azar, a no ser más que el producto pasajero de posibilidades que no están presididas por ningún dios, y sobre todo por él mismo" .
Esta fascinación está presente en las obras aleatorias de John Cage, donde en realidad nada es completamente fortuito, sino más bien es resultado de un orden complejo inherente a la misma naturaleza.
Si los números son la representación abstracta de los fenómenos físicos y las matrices y los arreglos son procesos matemáticos, entonces esta misma contemplación la encontramos de forma más críptica en el serialismo integral. Aunque aparentemente opuestos, la música aleatoria y el serialismo integral resultan ser dos aproximaciones al mismo concepto: la contemplación del orden intrincado y caotico del universo.
A diferencia de otras disciplinas artísticas la música, la fotografía, el cine y el arte digital (en su forma más amplia) siempre han estado íntimamente ligadas al desarrollo científico y tecnológico.
A primera vista podriamos confundirnos y considerar que la tecnología comienza a afectar el desarollo musical a partir del nacimiento de la música concreta (en Francia) y electrónica (en Alemania) a mediados del siglo XX, pero no es así, de hecho la invención del piano en el siglo XVIII requirió de un desarrollo tecnológico muy avanzado. Sin embargo, efectivamente, es hasta el siglo XX que los artistas toman conciencia de esta unión entre ciencia, arte y tecnología. Tal es el caso de las corrientes pictóricas que aparecieron después de la invención de la fotografía y, en concreto, es el caso de compositores que primero experimentaron con los medios electrónicos y después cambió su aproximación a los instrumentos que hoy llamamos tradicionales. Este es el caso de compositores como Luciano Berio, que tras el trabajo con medios electrónicos llevaron a cabo una búsqueda tímbrica a través de lo que hoy conocemos como técnicas extendidas, que resultan ser formas alternativas de alterar el timbre de los instrumentos tradicionales. Este mismo fenómeno se da en la música espectral, con el desarrollo de los programas de cómputo que permiten analizar la composición armónica de un sonido (conocida como "espectro") a través de la transformada rápida de Fourier; aquí se toma conciencia de que esta composición armónica (este espectro) puede ser afectada reforzando ciertas regiones de armónicos a través del manejo tímbrico de combinaciones de distintos instrumentos.
Es esta toma de conciencia lo que nos conduce a hacer una revisión histórica a partir de los inicios del siglo XX. En esta revisión no figuran ni todos los trabajos ni aun los más representativos del sin fin de corrientes del siglo XX, sino aquellos que han llamado nuestra atención, ya sea por su manejo tímbrico, o porque en su proceso composicional incluyen algun tipo de algoritmo, o porque la elaboración incluye el uso de tecnologia electrónica.