En el
torbellino de nuestros días activos, más allá de
las cenizas y de las ruinas del pasado, ante las cancelas de un futuro
vacuo, nosotros proclamamos ante ustedes: artistas, pintores, escultores,
músicos, actores y poetas; ante ustedes, personas para las que el Arte
no es solo una mera fuente de conversación, sino el manantial
mismo de una real exaltación, nuestra convicción y los
hechos.
Hay que
sacar al Arte del callejón sin salida en que se halla desde hace
veinte años. El progreso del saber humano con su potente penetración
en las leyes misteriosas del mundo, iniciada a comienzos de este siglo,
el florecimiento de una nueva cultura y de una nueva civilización,
con un excepcional (por primera vez en la historia) movimiento de las
masas populares hacia la posesión de las riquezas naturales,
movimiento que abraza al pueblo en estrecha unión, y, por último,
pero no menos importante, la guerra y la revolución (corrientes
purificadoras de una era futura) nos ha llevado a considerar las nuevas
formas de una vida que ya late y actúa. ¿Cómo contribuye
el Arte a la época actual de la historia del hombre?. ¿Posee
los medios necesarios para dar vida a un nuevo Gran Estilo? ¿O supone
acaso que la nueva época puede acoger una nueva creación
sobre los cimientos de la antigua? A
pesar de las instancias del espíritu renaciente de nuestro tiempo,
el Arte se alimenta de impresiones, de apariencia exterior, y vaga impotente
entre el naturalismo y el simbolismo, entre el romanticismo y el misticismo.
Los intentos
realizados por cubistas y por futuristas para sacar a las artes figurativas
del fango del pasado solo han producido nuevos desencantos. El cubismo,
que había partido de la simplificación de la técnica
representativa, acabo por encallar en el análisis. El revuelto
mundo de los cubistas, despedazado por la anarquía intelectual,
no puede satisfacer a quienes, como nosotros, ya hayan realizado la
Revolución y están construyendo y edificando un mundo
nuevo. Se puede sentir interés por las experiencias de los cubistas,
pero no adherirse a su movimiento, pues estamos convencidos de que sus
experiencias solo arañan la superficie del Arte y no la penetran
hasta sus raíces, y también nos parece evidente que su
resultado final no conduce mas que a la misma representación
superada, al mismo volumen superado y, una vez más, a la misma
superficie decorativa. En sus tiempos, se hubiera podido exaltar el
futurismo por el nuevo aire que aporto su anunciada revolución
en el Arte, por su crítica demoledora del pasado; como único
modo de asaltar las barricadas artísticas del buen gusto, exigía
mucha dinamita; pero no se puede construir un sistema artístico
sobre una sola frase revolucionaria.
Bien mirado,
tras la fachada del futurismo solo había un vacuo charlatán,
un tipo hábil y equívoco, hinchado de palabras como patriotismo,
militarismo, desprecio por la mujer y parecidas sentencias provincianas.
En cuanto a los problemas estrictamente pictóricos, el futurismo
no pudo hacer más que repetir los esfuerzos, que ya fueron inútiles
con los impresionistas, por fijar en el lienzo un reflejo puramente
óptico. Hoy todos sabemos que el simple registro gráfico
de una secuencia de movimientos momentáneamente fijados no puede
recrear el movimiento. Solo recuerda el latido de un cuerpo muerto.
El pomposo eslogan de la velocidad fue un clarín de guerra para
los futuristas. Admitimos la sonoridad de tal eslogan y comprendemos
muy bien que es superior al más potente eslogan provinciano.
Pero intentemos preguntar a un futurista como se imagina la velocidad,
e inmediatamente aparecerá todo un arenal de locos automóviles
y depósitos de chirriantes vagones y alambres intrincados, el
estruendo y el ruido de calles atestadas de vehículos. ¿Es
necesario convencer a los futuristas de que todo ello no ocurre por
la velocidad y sus ritmos?. Miren
un rayo de sol, la mas inmóvil de las fuerzas inmóviles.
Tiene una velocidad de 300000 kilómetros por segundo. Observar
nuestro firmamento estelar que el rayo atraviesa... ¿Qué
son nuestros depósitos comparados con los del universo? ¿Qué
son nuestros trenes terrestres comparados con los veloces trenes de
las galaxias?.
Ciertamente,
todo el estruendo de los futuristas acerca de la velocidad es un hecho
demasiado sabido, pero desde el momento en que el futurismo proclamo
que Espacio y Tiempo son los muertos de ayer, se hundió en la
oscuridad de las abstracciones. Ni el futurismo ni el cubismo han ofrecido
a nuestro tiempo lo que se esperaba de ellos. Salvo estas dos escuelas
artísticas, nuestro pasado reciente no ha ofrecido nada importante
ni interesante. Pero la vida no espera; las generaciones no cesan de
crecer, y nosotros, que sucedemos a los que entraron en la historia
y poseemos los resultados de sus experiencias, sus errores y sus éxitos,
después de años de experiencias semejantes a siglos, proclamamos:
Ningún movimiento artístico podrá afirmar la acción
de una nueva cultura en desarrollo hasta que los mismos fundamentos
del Arte estén construidos sobre las verdaderas leyes de la vida,
hasta que todos los artistas digan con nosotros: Todo es ficción,
sólo la vida y sus leyes son auténticas, y en la vida
sólo lo que es activo es maravilloso y capaz, fuerte y justo,
porque la vida no conoce belleza en cuanto medida estética. La
más grande belleza es una existencia efectiva. La vida no conoce
ni el bien ni el mal ni la justicia como medida moral..., la necesidad
es la mayor y más justa de todas las morales. La vida no conoce
verdades racionales abstractas como metro de conocimiento: el hecho
es la mayor y más segura de las verdades. Estas son las leyes
de la vida. Puede el Arte soportar tales leyes si se construye sobre
la abstracción, el espejismo, la ficción?