Dadá Suiza - Alemania
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En 1916 se realizan las primeras manifestaciones Dadá en Zurich, organizadas por los poetas Hugo Ball, Tristán Tzara y Richard Hulsenbeck y por el artista plástico Hans Arp. Se crea el Club Dadá, al que pertenecen Raoul Hausmann, Johannes Baader, Hannah Hoch, y como "ala izquierda" activista, George Grosz, Wieland Herzfelde y John Heartfield. El Cabaret Voltaire fue la residencia en donde se llevaban a cabo las reuniones Dadá. Allí se admitía junto a los artistas, literatos y poetas, a desertores, emigrados políticos, objetores de conciencia, agentes secretos, estafadores, etc. El dadaísmo de Zurich trató de llevar la protesta hasta las últimas consecuencias, hasta la negación absoluta de la razón, lo que le hizo renegar del arte en todas sus formas. Muchos de sus representantes se dedicaron posteriormente a la política, se aliaron a la revolución rusa o se alistaron en la acción revolucionaria alemana, siguiendo la Liga de Espartaco. Hans Arp explica las circunstancias en que fue fundado el anarquizante y derrotista movimiento: "En Zurich, en 1915, cuando perdimos interés en las carnicerías de la Guerra Mundial, nos concentramos en las bellas artes. Mientras el estruendo de las baterías retumbaba a poca distancia, nosotros pintabamos, recitabamos, versificabamos y cantabamos con toda nuestra alma. Buscabamos un arte elemental que, según nosotros, salvaría a la humanidad de la furiosa locura de aquellos tiempos". Por otro lado, Hugo Ball proclamaba que la actividad que se ejercía en aquel cabaret tenía como fin recordar "que por encima de las guerras y de las patrias había hombres independientes que vivían otro ideal". Ball y Hulsenbeck, que habían llegado de Berlín a comienzos de febrero, intentaron hallar en un diccionario alemán-francés el nombre más adecuado para identificar al grupo. De modo accidental, y por azar, dieron con la eufónica palabra Dadá, que, al parecer, no significa nada, pese a que en el lenguaje infantil francés pueda referirse a un caballito mecedor y para los alemanes a un signo de ingenuidad infantil. En el Cabaret Voltaire se celebraron provocativas veladas, inconformistas recitales, declamaciones cacofónicas e indescifrables, y los primeros happenings de la historia basados en la inspiración casual, el absurdo, y el antirracionalismo. Los dadaístas querían arrancar la máscara hipócrita y presuntuosa con que se mostraba el arte, estaban decididos a abatirla a través de la burla y el menosprecio, y éste fue el camino que utilizaron.

Cerrado el Cabaret Voltaire a consecuencia de las protestas de los ciudadanos biempensantes, defensores del orden y la moral, las actividades del grupo tuvieron continuidad en la Galería Dadá, fundada a finales de 1916. En aquella sala los artistas no sólo explicaban a los visitantes el sentido de los cuadros, sino que les increpaban con abundantes insultos. Este lugar fue un punto de encuentro entre muchos de ellos y favoreció una irremediable vuelta a las artes figurativas.